En Brasil, el “precio de la energía” no surge de un único mercado ni de una simple ley de oferta y demanda. Es el resultado de una combinación de planificación del sistema, condiciones hidrológicas, costo de las térmicas, restricciones operativas y un conjunto de modelos matemáticos que buscan responder a una pregunta difícil: ¿cuál es el valor de la energía hoy sin comprometer la seguridad del abastecimiento mañana?
Antes que nada: Brasil no “pone precio a la energía”, pone precio a un sistema
El Sistema Interconectado Nacional (SIN) es grande, está integrado y, históricamente, depende mucho de la generación hidroeléctrica. Eso significa que el agua de los embalses funciona como una especie de “inventario” de energía.
En términos simples:
- Si llueve bien y los embalses están en niveles cómodos, el sistema puede “usar más agua” y generar energía más barata.
- Si llueve poco y el futuro parece más riesgoso, el sistema tiende a “guardar agua” y a despachar más centrales térmicas (más caras).
Esa lógica es el corazón de la formación de precios en el corto plazo.
PLD: el precio más mencionado y más malinterpretado del sector
El PLD (Preço de Liquidação das Diferenças) es el precio de referencia del corto plazo en el mercado eléctrico brasileño. Aparece todo el tiempo en las conversaciones porque influye en:
- La liquidación de diferencias en la CCEE (cuando lo contratado y lo medido no coinciden)
- El “termómetro” de costo y riesgo del mercado
- Negociaciones y renovaciones de contratos (incluso cuando un contrato no está directamente indexado al PLD)
Un punto importante: el PLD no es “el precio que todos pagan”. Es una señal de corto plazo, utilizada para liquidar desvíos y orientar decisiones, por eso puede variar bastante.
¿De dónde sale el PLD? Del costo marginal de operación
El PLD se deriva del CMO (Custo Marginal de Operação), que es básicamente el costo de atender la próxima unidad de demanda del sistema en ese momento.
La lógica es intuitiva: si la siguiente energía necesaria proviene de una térmica cara, el costo marginal sube. Si proviene de “agua barata” (con comodidad hídrica), el costo marginal tiende a bajar.
Los tres modelos que forman el “motor” del precio
La precificación del corto plazo se apoya en una arquitectura integrada de modelos que trabajan con distintos horizontes:
- NEWAVE (largo plazo): mira meses y años hacia adelante y optimiza la operación pensando en el futuro (especialmente en el uso del agua).
- DECOMP (medio/corto plazo): refina la decisión con una visión más cercana, por lo general semanal, incorporando detalles adicionales.
- DESSEM (muy corto plazo): aproxima la operación diaria y el despacho con un horizonte de días.
En la práctica, intentan transformar la incertidumbre (lluvia, aportes, carga, restricciones) en una decisión operativa coherente y, a partir de eso, extraer una señal de precio.
“Valor del agua”: el concepto que explica la mitad del sector
Si alguna vez escuchaste decir “el agua está cara”, no es una metáfora.
Los modelos calculan algo como un valor futuro del agua: cuánto vale guardar agua hoy para reducir el riesgo (y el costo) de que falte energía más adelante.
Cuando el sistema entiende que el agua debe preservarse, tiende a despachar más térmicas ahora, y eso empuja el costo y el precio hacia arriba.
¿Por qué el PLD es tan volátil?
La volatilidad no ocurre “por capricho”. Ocurre porque el precio es sensible a pequeños cambios en las premisas, como:
- Pronósticos de lluvia y aportes (a veces un ajuste de escenario cambia mucho la percepción de riesgo)
- Revisión de carga (demanda mayor o menor a la esperada)
- Restricciones eléctricas (límites de transmisión que “separan” precios entre regiones)
- Disponibilidad de usinas (indisponibilidades, mantenimiento, combustible, etc.)
- Decisiones operativas por seguridad (no todo lo que pasa en el despacho real está perfectamente reflejado en el modelo)
Resultado: el PLD puede dar saltos bruscos, especialmente en momentos de mayor incertidumbre hidrológica.
El dilema del modelo: seguridad vs. costo
Toda precificación trae un dilema oculto:
- Si el modelo es muy conservador, despacha térmicas antes, “retiene agua” y encarece el corto plazo, con la promesa de reducir el riesgo de escasez.
- Si es poco conservador, puede abaratar ahora, pero aumenta la probabilidad de “pagar la cuenta” después, con un despacho más caro, estrés hídrico o medidas de emergencia.
Esa calibración es parte central del debate del sector: encontrar un punto en el que el precio señale el riesgo sin convertirse en un ruido que haga imposible planificar.
¿Y qué cambia esto para las empresas y los consumidores libres?
Incluso cuando tu energía está contratada a precio fijo, el modelo de precios importa porque afecta:
- Renovaciones de contratos (el mercado valora el riesgo mirando el corto y el mediano plazo)
- Estrategia de compra (indexadores, plazos, estacionalidad, flexibilidad)
- Gestión de exposición (diferencias entre lo contratado y lo medido, estacionalidad, modulación)
- Decisiones de portafolio (cuándo conviene fijar precio, cuándo estructurar coberturas, cuándo dejar una parte expuesta)
En pocas palabras: entender el modelo ayuda a evitar decisiones “a ciegas”, especialmente en períodos de alta volatilidad.
Qué observar en la práctica, sin volverte especialista
Si querés seguir el tema de manera útil, enfocáte en tres preguntas:
- ¿El riesgo hídrico está aumentando o disminuyendo?
- ¿Los pronósticos de carga están subiendo o bajando?
- ¿El sistema está más “ajustado” por restricciones o por mayor despacho térmico?
Esto no reemplaza una gestión profesional, pero mejora mucho la lectura del escenario y el momento de tomar decisiones.
¿Querés convertir el precio en estrategia, y no en un susto?
En Deal Comercializadora, la precificación no es solo un número: es un insumo para la estrategia de compra, la gestión de riesgos y la toma de decisiones. Si querés entender tu exposición, estructurar coberturas y planificar renovaciones con más previsibilidad, hablá con nosotros y analizamos tu caso.
